martes, agosto 10, 2010

Del cerebro, del corazón y…

Fotografia: "Heart-Keeper" By h.koppdelaney

Antes de que Herófilo lo estableciera, no se sabia si la sede de la inteligencia era el cerebro o el corazón; la duda fue disipada por éste médico griego que realizaba sus experimentos en la Biblioteca de Alejandría según cuenta Carl Sagan.
En el siglo XIX, un anatomista alemán, experimentando durante varios años con cerebros masculinos y femeninos, creyó descubrir que absolutamente el cerebro de las mujeres pesaba menos, de lo cual concluyó que los hombres tenian mayor capacidad intelectual. Y pese a todas las evidencias existentes [no científicas] que hiciesen pensar que lo de la inteligencia nada tenía que ver con el sexo… lo científico “pesa”. Y para la época la idea causó revuelo, sin embargo la polémica cesó gracias al cerebro de un hombre, cuyo peso fue inferior al de los femeninos objeto del experimento… era el cerebro de Bischoff el mismo científico que formuló la idea y quién lo habría donado para que a su muerte sirviese para fortalecer su [errada] concepción.
Y un cerebro y un corazón, es lo que desean dos de los personajes de “El maravilloso mago de Oz”. Ellos al igual que los otros protagonistas del fantástico cuento, no son conscientes de sus virtudes, al extremo de considerarse ingenuamente desprovistos justamente de aquélla que los caracteriza. El espantapájaros ignora qué es muy inteligente y desea vehementemente tener un cerebro, tanto cómo el hombre de hojalata [dotado de una bondad casi exagerada] tener corazón.
“Siempre pasa lo mismo -dijo el espantapájaros- yo le pediré un cerebro en vez de un corazón. Cómo no sé nada, no sé que podría hacer con un corazón si lo tuviera.
-Yo tendré corazón- replicó el leñador de hojalata- porque los sesos no le hacen feliz a uno, y la felicidad es lo mejor del mundo.”
Y lo de cerebro-inteligencia parece estar claro, pero aquello de que se ama con el corazón…
Pues Vicky Baum en “La carrera de Doris Hart” lanza una frase interesante: “Existe un amor en los ojos, como existe uno de la piel. Otro del cerebro y otro del corazón.”
Pero coincidiendo con la mayoria, tanto L. Frank Baum como A. Saint Exupéry concuerdan en sus libros, con la idea de que se ama con el corazón:
“Cuando estaba enamorado era el hombre más feliz del mundo; pero nadie puede amar si no tiene corazón. Así que estoy decidido a ir a ver a Oz para que me dé uno. Si lo hace volveré junto a la moza munchkin y me casaré con ella.”
"El maravilloso mago de Oz", Lyman Frank Baum

No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.”…
“El Principito”, A. Saint Exupéry.

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