http://www.flickr.com/photos/comrade_s/59020576/ Fotografia: "busker" By Comrade_S
Hace años leí en el diario colombiano “El Tiempo”, la historia de un campesino que recibió a cambio de un violín y tres sacos de café, otro violín. Y la sorpresa fué grande cuando descubrió que el instrumento [un stradivarius] tenía un precio aproximado de 1,5 millones de euros; sin duda el hombre con quien efectuó el negocio, ignoraba el valor. Pero también sin duda, el adquirente le dió “el valor” que merecía. En medio de la pobreza, se decidió a vender el violin; pero al momento de concertar el trato... lloró... y desistió [el violín le recordaba a su madre fallecida, quién le regalara la cantidad de café objeto del trueque]. El tema se me ocurre por qué vi de nuevo la película “Titanic”, y me conmovió como siempre y como nunca la parte en la que los violinistas tocan de manera sublime las más exquisitas notas, en medio del estupor y la confusión... mientras [cerca del fin] todo colapsaba. Por supuesto no espera uno que se detenga alguien a escucharlos. La escena es hermosa, dramática y extraña… Y en algo se parece a otra que ocurrió hace 4 años en un hall de una de las estaciones del metro de Washington [preparada como un experimento para determinar si podemos apreciar la belleza en medio del afán]. El violinista Joshua Bell, ofreció un concierto de 43 minutos, mientras pasaron por allí 1.097 personas y tan solo aproximadamente 40 de ellas interrumpieron su rutina por “unos segundos”, ante las melodías más sentidas, surgidas de un stradivarius en posesión de uno de los mejores violinistas del mundo, quién días atrás había dado un concierto en el Symphony hall de Boston, con lleno total. Pero hubo algo interesante: A ninguno de los niños que pasó por allí, le fué indiferente la belleza del sonido del antiquisimo violin. Siempre voltearon a mirar y desearon detenerse para seguir escuchando...
3 comentarios:
En este mundo muchas cosas como esos violines pasan ingnoradas porque llevamos afan y tambien por que estamos como ciegos, Paola hace rato no leia tu blog pero como siempre te digo que me gusta mucho.
Daniel
Polita: a veces la vida nos regala porciones de generosidad, espontaneidad, amor desinteresado; esas cosas que hacen tan interesante la vida. ¡Ojalá que tengamos puestas las antenas cuando a nuestro alrededor sucedan hechos cargados de belleza, de sensilidad!
Daniel, si, a veces estamos demasiado ocupados o distraidos. Muchas gracias; me alegra que te guste.
Verdad Lic. dago... que no pasemos desprevenidos. Un abrazo
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