jueves, enero 15, 2015

Wilde...



He tenido la oportunidad de reencontrarme con algunos de mis primeros libros. Y me hé topado de pronto con Wilde. Lo hallé casi como aquella vez, en que sus cuentos pasaron de las manos de mi padre, a las mías.

Entonces, conocer a Wilde, fué de lo más fascinante. Lo suyo, a diferencia de casi todo lo que había leído; no era una belleza simple. No era la luz, así  sencilla. Era la luz rosada, o la luz que se cuela suavemente en la cortina; era luego, algo incandescente, chispeante. Los pájaros y las flores, sentían, pensaban con inocencia, pero con una intensa sensibilidad. Los elementos pequeños básicos y hasta superficiales, cobraban una importancia que me ayudaba a descubrir; a ver las cosas de otro modo.

Una mariposa, una libélula era descrita de la manera más suave, leve-leve, preciosa. Wilde tenía un lápiz... No, no digo un lápiz: un pincel, que utilizaba de una manera única, para pintar de los colores más hermosos, de nuevos matices; ordinarias hojas en blanco, que se volvían lugares poblados de ternura y sensibilidad.

En sus trazos los árboles y los animales, tomaban una vida que vibraba, que latía. Que se alegraba, que se dolía; que hasta se sacrificaba en pro de otros. Los pequeños detalles, eran importantes y la hermosura también se componía; necesitaba de ellos. Entre sus letras, algo insignificante, podía convertirse en algo elegante y delicado.

Creo que Oscar Wilde, es de los pocos escritores, que me ha llevado hasta la tristeza de las lágrimas... recuerdo noches pensando con nostalgia en alguno de sus cuentos...
Más adelante, lo descubrí en otra faceta más mordaz, pero que siempre conllevaba reflexión. Cierto que su vida fué agitada y oscura en algunos momentos. Cierto también que es más reconocido por su ironía (que también me encanta) que por su ternura.

 Pero creo también, que esa misma sensibilidad, que desbordaba en sus cuentos para niños; lo llevó a juzgarse a sí mismo, en obras como El retrato de Dorian Gray...

Puede acaso uno hacer todo lo que desee; dejarse llevar por los instintos, sin que el alma se afecte; sin lastimarse a uno mismo?... Eso es más o menos, en lo que deriva toda la trama de esta obra fascinante. Recuerdo que muchas veces luego de leerla; al mirarme al espejo, pensaba con temor en como me vería en realidad; en como estaría mi alma.

En fín, que aúnque  el final de Dorian, lleva implícito ese arrepentimiento que cobija a varios de sus personajes; resulta trágico. Yo habría preferido, que Dorian terminase como El gigante egoista, o algo por el estilo...

Hay mucho por hablar de Wilde... Para mí, es uno de esos escritores de los que uno se despide con el deseo de reencontrarlo alguna vez; así inesperadamente, como me ocurrió esta tarde amarilla de sol y luz, y tan pequeñas mariposas...

Image from the collections of the State Library of NSW.Collection 24: Australian flowers, 1787-1799 / by George Raper.http://www.acmssearch.sl.nsw.gov.au/search/itemDetailPaged.cgi?itemID=812965

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