lunes, septiembre 14, 2020

Amar


 Que el hombre no ame nada y será invulnerable». («Chuang-tzé»). Máxima profunda como inoperante.

Ciorán


Leía un comentario irónico de cómo acabar con lo que no nos conviene. Una mujer contaba, que como le parecían bellos, atraía a los pájaros a su casa dándoles de comer; pero a los pocos días había excremento que tenía que limpiar, así que -en palabras vulgares- termina su relato diciendo que dejó de alimentarlos, para ahorrarse ese esfuerzo.

Y recordé a Horacio que decía irónicamente, que la paz del mundo era como un desierto; como un lugar luego de una guerra.

No amar es fácil en apariencia, si uno no ama, no tiene que cuidar, no tiene que esforzarse, no tiene que dar. Quien no ama ni siquiera al más pequeño animal, no tiene que preocuparse de darle de comer.

Así pasa mucha gente la vida «feliz de no amar» en relaciones estériles que no les representan compromisos o amando cosas y no seres, sin saber lo desgraciados que son. No saben que unido al esfuerzo,  al dolor de amar, va atada una belleza divina y se siembra una semilla que en algún momento va crecer para darnos frutos, sombra. Una recompensa que se siente desde ya, y que en el mundo venidero debe tener un sabor incomparable, por algo Ieshua tomó nuestras cargas… era el modo de enseñarnos lo que es amar..

La paz del desierto de Horacio es poco más incluso, que la aridez y lo estéril de no amar.

La pobre mujer de la que hablé al inicio, no entiende aún, que alejó la vida, que ya no es parte de la belleza del vuelo de esos pájaros...

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