Vuelvo a ver atrás y encuentro solo ruinas: el incendio de Cartago o Cartagena,
Roma o París (que resultó ser lo mismo) y una pregunta apasionada, desesperada... ¿Volver o huir? Y luego Pessoa y «el mundo», como si rogara la atención en respuesta a cualquier frase de...
No debí, pero la melancolía me llevó, me engañó el corazón con una duda.
Seguir y no voltear de nuevo a contemplar algo tan extraño, quedarse con lo que fue bello y real… de aquí en adelante correr sin ver atrás como los ciervos. Y no llorar, no llorar...
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