domingo, septiembre 17, 2023

Los días terribles

 A pocos días de Yom kippur...


Cuántas veces la luna en su crescendo, en su declive. Y el viento  tempestuoso o tierno.  La sensación de la arena entre mi pelo y el olor a mar. Cuántas veces el sonido del shofar y alistarse y correr, a veces entre risas, otras enjugando las lágrimas. Los mantos sobre las cabezas ingenuos como niños y ancianos sabios. La sensación extraña de pertenecer, de ser, de amar, de comprender el bien y el mal bajo el cielo poblado de estrellas filtrando la luz entre las ramas de la sucá y las historias de tesoros ocultos en el alma, de lugares recónditos de luces que nuestros ojos no han visto. Las ovejas, las tórtolas, los cantos entre la brisa cálida en un lenguaje divino y antiguo. Caminar en silencio bajo el sol apacible rojo, naranja, amarillo leve o exaltado, la lluvia como rocío. Desierto que fue nuestro hogar, y luego, el agua dulce del Iardén y la tierra de leche y miel prometida divina y eterna. Cuántas veces mi alma vuelve y sobrevuela y se ancla allí y extraña y llora y es feliz... Y luego, luego… la diáspora, el exilio...



«Junto a los ríos de Bavel, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Tzion. Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas. Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos algunos de los cánticos de Tzion. ¿Cómo cantaremos cántico de El Eterno en tierra de extraños? Si me olvidare de ti, oh Ierushalaim, Pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, Si de ti no me acordare; Si no enalteciere a Ierushalaim como preferente asunto de mi alegría (...)»


Tehilim 137

No hay comentarios:

Publicar un comentario