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Fotografía: “dream, interrupted” [Robert Couse-Baker]
http://www.flickr.com/photos/29233640@N07/3422170974/
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Hace algún tiempo leí en un diario, un artículo acerca de un escritor cuya infancia transcurrió en medio de la pobreza. Algúnas veces llegó la noche sin que hubiera recibido como alimento más que un pedazo de pan con agua. Así que le encantaba dormir para poder soñar, por qué en el mundo de los sueños podía más que saciar el hambre, disfrutar de manjares exquisitos. La historia tiene cierta similitud con los cuentos “La niña de los fosforos” y “Bajo el sauce” de Hans christian Andersen, pero era real. Tan real como el episodio que narra Viktor E. Frankl en “El hombre en busca de sentido”; en el que en medio de la noche, lo despiertan los gemídos de uno de los hombres que dormía a su lado, y cómo haría cualquier otra persona en su lugar, se dispone a despertarlo para sacarlo de la pesadilla. Pero reflexiona y se pregunta que puede ser peor que estar en un campo de concentración viviendo en condiciones infrahumanas, maltratados y a la espera de la muerte. No lo despertó.
Evidentemente para el particular tenía razón... pero en general, no estoy segura de pensar lo mismo, ya que las pesadillas “se viven”, se sienten cómo se siente cualquier circunstancia dificil y real; y más aún tomando en cuenta la cantidad de peligros surreales aparentemente infranqueables que se presentan en ellas.
De otro lado, no hay duda de que hay sueños que se hacen realidad; o al menos que permiten interpretaciones ajustadas a los hechos sobrevinientes, y de ello hay buenos ejemplos tanto en el campo religioso, cómo en la historia.
En la literatura están en cierto modo ligados a ésta relación sueños-realidad, los sueños de Santiago Nasar en “Crónica de una muerte anunciada” de García Márquez, el inquietante “Relato con un fondo de agua” de Cortazar, “La metamorfosis de Franz Kafka”, y la frustrante situación en “Ojos de perro azul” de García Márquez.
Además hay “ligerísimas” cadenas y confusiones de realidad-sueño:
LA CUCARACHA SOÑADORA:
Era una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una cucaracha.Augusto Monterroso
Evidentemente para el particular tenía razón... pero en general, no estoy segura de pensar lo mismo, ya que las pesadillas “se viven”, se sienten cómo se siente cualquier circunstancia dificil y real; y más aún tomando en cuenta la cantidad de peligros surreales aparentemente infranqueables que se presentan en ellas.
De otro lado, no hay duda de que hay sueños que se hacen realidad; o al menos que permiten interpretaciones ajustadas a los hechos sobrevinientes, y de ello hay buenos ejemplos tanto en el campo religioso, cómo en la historia.
En la literatura están en cierto modo ligados a ésta relación sueños-realidad, los sueños de Santiago Nasar en “Crónica de una muerte anunciada” de García Márquez, el inquietante “Relato con un fondo de agua” de Cortazar, “La metamorfosis de Franz Kafka”, y la frustrante situación en “Ojos de perro azul” de García Márquez.
Además hay “ligerísimas” cadenas y confusiones de realidad-sueño:
LA CUCARACHA SOÑADORA:
Era una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una cucaracha.Augusto Monterroso
SUEÑO DE LA MARIPOSA:
Chuang-Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.
Chuang-Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.
Borges; Ocampo; Casares, [Antología de la literatura fantástica]
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