Tolstói había discutido con su esposa. Al parecer siempre tuvieron desavenencias, pero todo empeoró debído a la generosidad de él con la gente desvalída.
Abandonó su hogar en Iásnaia Poliana [Rusia], dejándole una carta a su cónyuge en la que declara que no puede vivir más en el lujo. Tres días más tarde es hallado preso de pulmonía. Algunos biógrafos dicen que falleció en la estación de Astápovo, otros que el deceso ocurrió en un tren y unos menos afirman que fué en casa del jefe de la estación.
En “El hombre en busca de sentido”, Viktor E. Frankl cuenta que mientrás él y los otros prisioneros judios son transladados de Auschwitz a Dachau, al pasar por Viena, de la que se había ausentado muchísimo tiempo, “luchó” infructuosamente con otros “pasajeros” para poder ver a través de unas pequeñas rendijas, la calle dónde nació, pensando que sería la última vez que podría hacerlo, ya que suponía que él y sus compañeros iban directo a la muerte. No logró verla.
No sólo en la realidad, también en la ficción, la mayoría de veces que los hé encontrado entre las letras, los trenes están ligados a algúna situación triste o adversa.
Justamente la “Ana Karenina” de Tolstói, se suicida arrojándose a la vía del tren.
En “Cien años de soledad”, el episodio al que sobrevivieron tan sólo José Arcadio Segundo y un niño; y que jamás nadie en Macondo creyó, involucra a un tren de casi 200 vagones de carga, cómo medio de transporte de los aproximadamente 3.000 huelguistas asesinados. Pero para que hablar de fatalidades.
Dostoyevski inicia “El Príncipe idiota” con un diálogo en un tren, y en “Los hermanos Karamazov” le dá a Kolia aires de héroe frente a sus amiguitos, cuándo éste se ubica debajo de una carrilera y el tren pasa sobre él sin ocasionarle daño algúno.
“Tren” considerada por el escritor colombiano Andrés Caicedo cómo una de las “palabras bonitas”.
…Y cómo ocurre con la mayoría de las cosas que nos atraen, siento que no es sólo el tren como tal, sino lo que lo rodea… la carrilera, la estación, el sonído que puede resultar molesto pero también evocar recuerdos hermosos, el recorrído… y también “el correr”. Una descripción que me encanta, es la que hace Borges en “El Jardín de los senderos que se bifurcan”:
“El tren corría con dulzura, entre fresnos.”
Abandonó su hogar en Iásnaia Poliana [Rusia], dejándole una carta a su cónyuge en la que declara que no puede vivir más en el lujo. Tres días más tarde es hallado preso de pulmonía. Algunos biógrafos dicen que falleció en la estación de Astápovo, otros que el deceso ocurrió en un tren y unos menos afirman que fué en casa del jefe de la estación.
En “El hombre en busca de sentido”, Viktor E. Frankl cuenta que mientrás él y los otros prisioneros judios son transladados de Auschwitz a Dachau, al pasar por Viena, de la que se había ausentado muchísimo tiempo, “luchó” infructuosamente con otros “pasajeros” para poder ver a través de unas pequeñas rendijas, la calle dónde nació, pensando que sería la última vez que podría hacerlo, ya que suponía que él y sus compañeros iban directo a la muerte. No logró verla.
No sólo en la realidad, también en la ficción, la mayoría de veces que los hé encontrado entre las letras, los trenes están ligados a algúna situación triste o adversa.
Justamente la “Ana Karenina” de Tolstói, se suicida arrojándose a la vía del tren.
En “Cien años de soledad”, el episodio al que sobrevivieron tan sólo José Arcadio Segundo y un niño; y que jamás nadie en Macondo creyó, involucra a un tren de casi 200 vagones de carga, cómo medio de transporte de los aproximadamente 3.000 huelguistas asesinados. Pero para que hablar de fatalidades.
Dostoyevski inicia “El Príncipe idiota” con un diálogo en un tren, y en “Los hermanos Karamazov” le dá a Kolia aires de héroe frente a sus amiguitos, cuándo éste se ubica debajo de una carrilera y el tren pasa sobre él sin ocasionarle daño algúno.
“Tren” considerada por el escritor colombiano Andrés Caicedo cómo una de las “palabras bonitas”.
…Y cómo ocurre con la mayoría de las cosas que nos atraen, siento que no es sólo el tren como tal, sino lo que lo rodea… la carrilera, la estación, el sonído que puede resultar molesto pero también evocar recuerdos hermosos, el recorrído… y también “el correr”. Una descripción que me encanta, es la que hace Borges en “El Jardín de los senderos que se bifurcan”:
“El tren corría con dulzura, entre fresnos.”
2 comentarios:
Interesante. Recuerdo trenes en la obra de Primo Levi (otro judío que, al igual que Franlk) fue trasladado a un campo. Sólo ese ahora.
Y sí, es el contexto todo, el contar la historia, la descripción, los símbolos.
Me causó curiosidad que la entrada no tenía fecha de publicación: no sé, entonces, si el blog aún se actualiza.
Saludos.
Gracias por el dato de Primo Levi, y muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
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