lunes, marzo 15, 2021

«Quien ya no tiene ninguna patria, 

halla en el escribir su lugar de residencia».

Me encontré ayer con L., recordamos cuando estuvimos en el llano juntos hace muchos años. Me quedé con el recuerdo que siempre tengo de esos días:

Las hamacas de colores guindadas bajo el rancho, la canción repetida que se perdía entre la brisa del verano, el agua azul, las risas y de pronto la luna medialuna que me trajo el Shabat, y un pensamiento sombrío: Mi pueblo como lo sueño -Israel- ya no está. Y anhelé con una tristeza inefable, volver en el tiempo. Regresar atrás. Luego de muchos años, ya no tengo más ese sentimiento. Abrigo con nostalgia y esperanza, la certeza de que Israel existe como en mis sueños, y de que vamos a estar allí de nuevo juntos.


T. W. Adorno, dijo que «Quien ya no tiene ninguna patria, halla en el escribir su lugar de residencia» 

Sin embargo creo que la hallamos más en la lectura, que nos acerca, y acorta la distancia que existe, no en la geografía, sino en el tiempo... «El reloj de mi pulso sigue midiendo las horas con su ritmo antiguo... Vuelvo a amar... las bellas cosas antiguas: el reposo inviolable del Sábado, el Candelabro de los Siete Brazos... Este es el momento... de añadir un nuevo versículo al Salmo interrumpido».

R. Cansinos-Assens


«No he recobrado tu cercanía, mi patria, pero ya tengo tus estrellas».

«En pos del horizonte de las calles he soltado mis psalmos y traen sabor de lejanía».

J. L. B.



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