jueves, agosto 15, 2024

 B. dice en uno de mis cuentos predilectos: ¡Oh dicha de entender, mayor que la de imaginar o la de sentir!... Y esta idea me resuena por varios días. ¿No es acaso «la dicha» un sentir, un sentimiento? Luego, si digo que es mayor la dicha de caminar que la de correr, resulta claro que corresponde a una lógica. Pero comparar el sentir con el entender de este modo, es raro, porque aquí hablamos de un sentimiento. La dicha de entender "se siente" luego hay una contradicción. También está sintiendo que comprende.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Porque «B» considera superior la dicha cuando la entendemos por sobre la dicha que únicamente sentimos.

Paola Arciniegas dijo...

A lo que me refiero es a que: la dicha es un sentir. Luego, si se dice (para hacerme comprender) el SENTIR por el entendimiento es mejor que el sentir por el sentimiento se está cayendo en una contradicción, porque entonces está anteponiendo el sentir a ese entendimiento. Está en el campo del sentir.

Anónimo dijo...

Creo que se podría estar mal entendiendo la premisa de «B». Porque el entendimiento se siente y se percibe, no como quien percibe el inmediato olor y textura de las cosas, sino como el lento alivio de una enfermedad. Quiero decir, que «entender» para «B» no es meramente una operación lógica como tampoco es un estado puramente sensitivo. Podríamos decir que «entender» es el proceso en que un sentimiento se complejiza. Bajo este criterio, una alegría que se entiende sería un sentimiento que se siente dos veces.

Paola Arciniegas dijo...

Su consideración no derrumba mi idea. Sin embargo, su perspectiva es apropiada. Gracias.

Anónimo dijo...

En conclusión. El entendimiento se experimenta y se percibe, pero no de manera inmediata, como quien siente el olor o la textura de algo, sino más bien como el lento alivio de una enfermedad. No es una simple operación lógica ni un mero estado sensorial; entender es un proceso en el que un sentimiento se torna más complejo. Por eso duele tanto el error, porque cuando las ideas se despojan de su pragmatismo y coherencia, solo pueden exhibir los sentimientos iniciales que alguna vez las sostuvieron.

Paola Arciniegas dijo...

Disiento de que no haya cosas que se entienden o comprenden de inmediato, puesto que si las hay, y eso también depende de la inteligencia y otros conocimientos adquiridos. Cuando se habla aquí de entender no cabe presumir la existencia de un error. Se da por sentado que "se entiende" algo que es verdad.

Anónimo dijo...

Pero el entendimiento por muy intuitivo y raudo que sea, siempre será un proceso más tedioso y oficinesco que el puro acto de sentir. Por ende, la inmediatez del entendimiento, al lado de una percepción, de lo instantáneo, es una eternidad. Otro punto que me parece interesante es la relación forzosa entre verdad y entendimiento. Mucha gente, por ejemplo, afirma que la tierra es redonda sin los recursos físicos y mentales para demostrarlo. Es decir, la verdad existe pero no su entendimiento. Y concuerdo con usted, el entendimiento es una danza de variables. Usted mencionó dos excesivamente importantes: la memoria y la inteligencia, los datos y la capacidad para gestionarlos.

Paola Arciniegas dijo...

Habla usted de sentires básicos. Qué tal el sentir de la belleza de un atardecer o de un grillo en sus manos o de una música lejana y amada ¿Acaso esto no sería comparable a entender? La verdad existe claro... ¿Pero acaso quien puede asegurar que la tierra es un globo flotante en el espacio infinito o es un globo estable bien cimentado? En este mundo nos movemos en muchos casos bajo la incertidumbre, intuitivamente. Para quién cree en la existencia de un mundo espiritual, las dudas habrán de resolverse allí. Para los ególatras las cosas son como creen y no existe prueba en contrario ni argumentos válidos porque no les interesa investigar para entender sino para tener razón, por lo cual nunca ven el anverso.

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